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El santuario que un narco le construyó a la Virgen de Caacupé

Más pequeña que el santuario original, la réplica es igualmente imponente. Fue construida en Ciudad del Este por el narcotraficante Tomás Rojas Cañete, alias Toma’i, preso desde el 2011 por tráfico de cocaína. La «Basílica-í», como la llaman, fue nuevamente centro de devoción popular este 8 de diciembre.

Por Andrés Colmán Gutiérrez – UH

El oratorio fue construido como una réplica exacta del Santuario original en Caacupé. 

Casi al mismo instante en que el obispo de Caacupé, monseñor Claudio Giménez, durante la homilía central del Tupãsy ára reclamaba «la creación de nuevos carismas para hacerse cargo de los políticos, narcotraficantes…», a 272 kilómetros de la Villa Serrana, frente a otro santuario muy parecido, pero mucho más pequeño, se realizaba otra celebración dedicada a la Virgen de Caacupé.

La llamada «Basílica-í» (pequeña Basílica) es una réplica casi exacta del Santuario principal erigido en la ciudad de Caacupé y fue construida hace 14 años en el barrio Carmelitas de Ciudad del Este, por el narcotraficante Tomás Rojas Cañete, alias Toma’i, en un sector del amplio terreno donde también construyó su lujosa mansión.

El edificio es en realidad un oratorio, pero en su diseño arquitectónico imita con mucha similitud al modelo original edificado en la capital de Cordillera. Aunque en una escala mucho más reducida, la estructura es igualmente imponente y sobresale entre el paisaje desde mucha distancia.

En un reportaje, Rojas Cañete y su esposa Ramona habían relatado que decidieron construir la réplica del Santuario, como pago de una promesa a la Virgen de Caacupé, cuando le pidieron que ayude a la curación de uno de sus hijos pequeños, afectado por una rara enfermedad.

Tras obtener el «milagro», cumplieron al mandar edificar el llamativo oratorio, donde además se comprometieron a celebrar anualmente una gran fiesta social y religiosa para la gente del barrio.

No es una calle de Caacupé. Es el barrio Carmelitas de Ciudad del Este, frente al santuario construido por el narco Toma

No es una calle de Caacupé. Es el barrio Carmelitas de Ciudad del Este, frente al santuario construido por el narco Toma’i. Foto: Archivo.

Una gran fiesta popular

A pesar de que casi todos los pobladores del barrio conocían que había fuertes versiones de que Toma’i se dedicaba al tráfico de drogas y a otras actividades ilícitas, con las cuales presuntamente había logrado amasar una gran fortuna, una gran multitud se congregaba cada 8 de diciembre en el lugar, para celebrar el Tupãsy ára.

Las misas eran celebradas por sacerdotes de la diócesis de Ciudad del Este. Según una cobertura realizada por la redacción regional de Última Hora, en diciembre de 2009, fue el cura párroco Fabio Recalde, de la Parroquia Sagrada Familia, quien ofició las celebraciones religiosas.

Tras una procesión de dos kilómetros portando la imagen de la Virgen de Caacupé, propiedad de la familia Rojas Cañete, escoltada por jinetes a caballo y promeseros, se realizaba un karu guasu (gran comilona), en enormes mesas colectivas que se instalaban en plena calle clausurada, bajo toldos, frente al Santuario.

En el 2009, según el reportaje de ÚH, Rojas Cañete ordenó faenar 15 reses vacunas para ofrecer un gran karu guasu (gran comilona) con asado a la estaca, acompañados de grandes fuentes de sopa paraguaya, ensalada, mandioca y abundante bebida.

El cerco a un poderoso narco

En la madrugada del 4 de setiembre de 2011, tras un operativo de investigación y vigilancia que se prolongó durante 10 meses, la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) logró capturar a Tomás Rojas Cañete, alias Toma’i, junto a varios de sus capangas, entre ellos su hermano Marcos Rojas Cañete, con un cargamento de 101 kilos de cocaína.

Los informes del organismo daban cuenta de que Toma’i se había convertido, en pocos años, «en el zar de las drogas en Alto Paraná, gracias a una sólida estructura logística y, principalmente, a una férrea protección de policías locales».

Rojas contaba con guardia policial permanente en su residencia, y gozaba de la protección de agentes de unidades especializadas con oficinas en Alto Paraná, como Interpol, Antinarcóticos y hasta del Grupo Especial de Operaciones (GEO).

El capo narco se movilizaba protegido siempre por custodia policial, que evitaban que vehículos extraños se acerquen hasta su residencia.

Una tradición religiosa que no se interrumpe.

A pesar de que Rojas Cañete guarda reclusión en la Penitenciaría de Tacumbú, y de que su esposa y cuñado permanecen prófugos, sus familiares no han interrumpido la celebración de la Virgen de Caacupé en la «Basílica-í».

Este último 8 de diciembre, nuevamente, hubo procesión, karu guasu y celebraciones masivas, según reportan periodistas de la zona.

Héctor Guerín, fundador del diario ADN Paraguayo y César Palacios, director de TN Press, compartieron fotos del santuario de Toma’i en sus perfiles de la red social Facebook, en internet, cuestionando que sectores de la jerarquía de la Iglesia sigan permitiendo que se realicen oficios religiosos en el oratorio de un narcotraficante, lo cual generó un encendido debate de los internautas.

«Hubo abundante asado y bebidas para todo el vecindario. ¿Los obispos le desacreditaron por su creencia y su fe al que organizó el festejo y a los que asistieron al acto católico? ¿Alguna vez la Iglesia criticó las donaciones de alguno de sus feligreses, aunque sean muy conocidos por sus actividades no santas?», preguntó Guerín.

«Los sacerdotes juzgan muy mal, como si fuera que pueden tirar la primera piedra. Ayer (8 de diciembre) comieron mucha gente pobre y necesitada, fueron felices. Siempre recibieron los sacerdotes donaciones grandes de mis tíos y nunca rechazaron, y ahora que está recluido le rechazan y se hacen de los santos. Jesús murió también por él», opinó una mujer llamada Mariana Lezcano, quien se presenta como sobrina de Rojas Cañete.

A continuación, reproducimos algunas de las muchas opiniones vertidas en el debate:

-«Deben entender que la droga mata a miles de personas, y los que apoyan a narcotraficantes son cómplices de esos asesinatos». (Hugo Aníbal González).

-«Todos cometen errores. ¡Nadie tiene por que juzgar a nadie, si es narco bueno! No justifico, pero por lo menos hace algo bueno con parte de su dinero, ¡no como algunos que tienen de sobra y no son capaces de dar un pan a alguien que necesita». (Lucero Cuevas).

-«Este delincuente, ni si construye una capilla de oro va a comprar a Dios y a la Virgen. No es válido nada de lo que hace, porque lo construyó con lágrimas de madres, hijos, esposas, con cuerpos hechos piltrafas con el veneno que vende, y no se arrepiente de nada, porque sigue negociando con la desgracia de la gente». (Ángela González).

-«Ustedes no saben cuál es el verdadero motivo por el cual él tiene esa Basílica en su casa. Muchos dicen que él guardaba cosas en ese lugar, pero él nunca dejó que nadie ni pise mal dentro de la Basílica. No soy católica, pero yo sé el verdadero motivo por el que él tiene esa Basílica en su casa, y yo creo que nosotros no somos nadie para juzgarle. Cada uno sabe lo que hace». (Fati Fleitas).

– «Nadie es perfecto, pero él trató de ser un poco más perfecto. Nosotros, acá en Ciudad del Este no le vemos como una mala persona, al contrario de lo que piensan los que no le conocen. Además ayudaba a muchas personas necesitadas» (Osca Báez).

-«Que mal esos comentarios en donde dicen ‘pero le dio de comer a mucha gente’ y dicen que son buenas personas los narcos. Pero por favor… ni si construyen el propio Vaticano, eso no les hará buena gente. Tantas familias destruidas, tantas muertes en manos de estos personajes. Por eso el país irá de mal en peor, siempre, por culpa de los que siguen aplaudiendo estas cosas. Por un kilo de galleta a 20 personas de un barrio, ya son buena gente». (Leti González Ullón).

-«De tan buena gente que son, le hicieron desaparecer a unos cuantos». (Hermi Zárate).

-«A pesar de los defectos de este hombre, ayudó a mucha gente. Yo conozco a este hombre muy de cerca y les puedo decir que es mejor que todos, porque siempre ayudó a muchas personas humildes». (Nathi Aquino).

-«Según me cuentan, este señor faenaba 20 a 30 vacas y repartía a todo sus vecinos de barrio en el Día de la Virgen y era muy querido por la gente. Ayudaba mucho a los pobres». (Nimiaestela López Duarte)