Tecnoestrés: La vida metida dentro de las pantallas 365 días y noches
OFF. Dejar de estar pendiente de los dispositivos digitales no solo pasa por una decisión personal.
Cordón umbilical digital. Desde antes de poner el pie en el suelo para iniciar el día, desde la cama los ojos ya están puestos en la pantalla del teléfono. Este enganche digital será una constante durante el resto del día hasta volver a dormir.
El impacto negativo del uso de tecnologías en el comportamiento, pensamiento, actitudes, procesos mentales y/o físicos es conocido como tecnoestrés.
Este tipo de estrés se genera por la situación de demanda de uso e interacción constante, a través de los dispositivos electrónicos.
“Los chicos no tienen tanto control. Una persona adulta puede definir diciendo: ‘Uy, estoy mucho tiempo en esta aplicación o dispositivo’. Entonces, los grupos vulnerables más preocupantes son ellos”.
Según estudios, en el hemisferio norte del planeta, al día, una persona pasa entre 6 y 11 horas conectada a una pantalla.
En este lado del planeta, el tiempo es más relativo, explica Sequera. En países como Paraguay la gente está más prendida al WhatsApp.
Durante la pandemia, el enganche digital fue más evidente, comenta.
Las aplicaciones cuentan con recursos para atrapar a los usuarios; entre ellos están los diseños que están relacionados con el estímulo visual.
Los colores, los globos brillantes, generan ciertos estímulos que hacen que la persona quiera estar más conectada incluso sin sueño. Casi como un casino.
Esto último está relacionado con otro estimulante, el principio del tragamonedas. Mientras la persona va pasando de publicaciones, el principio de la incertidumbre la lleva a esperar una recompensa en esa búsqueda.
Otra de las tantas causas de este estrés es lo que se conoce como memorias basuras generadas por el uso excesivo.
Probablemente alguien que esté dos o tres horas en TikTok recordará muy pocos videos de lo que llegó a ver. El cansancio mental impedirá tener ganas para leer o realizar otra actividad que requiera tener paciencia.
Sequera puntualiza también que los usuarios trabajan gratis para las aplicaciones. Cuando comparten una foto o generan un interés particular en un sitio, están brindando esos datos a las apps.
No deja de mencionar el caso de empresas que tienen más recursos para lograr que las personas estén hiperconectadas. Como ejemplo cita a Netflix y los usuarios que deciden hacer sus maratones de series.
“Cuando uno se da cuenta de eso, se enoja pero al final en realidad no es tan así”.
Planteos. La directora ejecutiva de Tedic es determinante al decir que la responsabilidad no puede ser solo individual.
Las respuestas desde Salud Pública deben ser más integrales. En el 2020, Tedic, junto a la cartera sanitaria y otras instituciones, había lanzado la iniciativa Mente en línea.
La campaña de salud mental en internet comparte desde su sitio web, menteenlinea.org, artículos, investigaciones y materiales sobre el tecnoestrés, además de recomendaciones.
En España, los jóvenes menores de 18 están buscando la manera de no estar tan absorbidos por la pantalla, con dispositivos que solo les indiquen los lugares donde quieren ir.
LAS CIFRAS
97 por ciento de los paraguayos accede a internet a través de un celular, el 61,8% desde el hogar, según el INE.
84,7 por ciento declaró en la encuesta del INE que utiliza los celulares para acceder a redes sociales.
33 por ciento, solamente, dijo utilizar la tecnología para
leer y el 21,5% para capacitase o estudiar.
Intermediarios, regulaciones y cambios que aparecen
Por el momento no hay dato sobre países que estén abordando como políticas públicas el tema del tecnoestrés, señala Maricarmen Sequera, directora ejecutiva de Tedic. Sin embargo, refiere que desde el Consejo de la Unión Europea aplicaron sanciones contra varias empresas por el diseño de las aplicaciones que estimulaban el enganche digital de usuarios. La responsabilidad de los creadores de las aplicaciones es otro tema que tiene que estar en el debate, señala. Agrega además que la hiperconectividad es el modelo de negocio que manejan esas empresas. Por ello son importantes las regulaciones a dichos intermediarios. La desconexión colectiva puede llevarse adelante con una política estatal que propicie el encuentro, las actividades al aire libre y otros momentos de ocio. Las políticas públicas deben apuntar a diferentes ofertas sin costo que puedan permitir a la gente moverse sin necesidad de estar en línea. “Es una conversación que tenemos que hacer todos en todas las comunidades, realizar ese esfuerzo de hacer cosas al aire libre”.