¿Qué pasaría si se industrializa el total de la soja cosechada en el país?
La industrialización de soja en Paraguay está por debajo de los niveles registrados en años anteriores, tanto en términos absolutos como al comparar con la oferta total de esta oleaginosa. Mientras que la zafra 2016/17 registró un récord de producción de más de 10 millones de toneladas se estima que solo el 36% de ese total se procesará a nivel local, porcentaje inferior al 39% registrado en 2016 y al 44% del 2015.
Entre los meses de enero y setiembre de este año 2.847.144 tn de soja fueron procesadas en las industrias nacionales, generando USD 898,93 millones en concepto de exportación de harina, aceite y cascarilla de esta oleaginosa.
Teniendo en cuenta el rendimiento en subproductos que se tiene por cada tonelada molida en el país, de acuerdo a los números de la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales – CAPPRO, el 70% de la soja industrializada se convierte en harina, el 20% sale de las fábricas como aceite y el 5,5% resulta en cascarilla.
Considerando esta información, ¿qué números se alcanzarían por la exportación de derivados si el total de la soja cosechada es industrializada dentro del país?
Tomando como ejemplo 10 millones de tn de la última cosecha, la comparación entre los ingresos generados por la exportación de soja en estado natural y la exportación de productos derivados con agregado de valor, arroja los siguientes números:
En el caso de que se exporte en estado natural el total de los 10 millones de tn de soja, las divisas generadas serían aproximadamente USD 3.550 millones, si utilizamos como referencia un precio promedio que oscile USD 355 por tn de soja.
En contraste, al hablar de industrialización de la materia prima, podríamos ver que:
– Al transformar el 70% en harina, se obtienen unas 7,01 millones de tn, multiplicadas al precio promedio de exportación de la harina de soja USD 335 por tn, generaría un monto cercano a los USD 2.347 millones.
– El 20% siguiente, unos 2,06 millones de toneladas, derivaría en aceite que al ser multiplicado por su precio promedio de exportación USD 733 por tn, generaría un valor cercano a USD 1.510 millones.
La suma entre estos dos derivados mencionados arrojaría una facturación por la suma de USD 3.857 millones, por un total de 9,07 millones de toneladas de subproductos exportados. Lo que dejaría una diferencia positiva de más de USD 300 millones, en comparación a la exportación de soja en estado natural.
Cabe mencionar que en la actualidad la capacidad de procesamiento de las asociadas a la CAPPRO llega a los 4,5 millones de toneladas por año (menos del 50% de la zafra total de la última cosecha) y que para aumentar esa capacidad instalada se deben generar condiciones adecuadas en términos de políticas públicas que apuntalen la competitividad del sector.
Beneficios transversales
La exportación de productos derivados de la soja arrojaría una diferencia positiva de más de USD 300 millones, en comparación a la exportación de soja en estado natural.
Ahora bien, a este incremento del ingreso de divisas, faltaría sumarle los beneficios transversales de la industrialización para el país: miles de puestos laborales formales y de calidad, generados directa e indirectamente; servicios conexos, mayores aportes al IPS y recaudación de impuestos, entre otros. Además de la posibilidad de incentivar el siguiente estadio de la cadena de agregado de valor: la obtención de productos como margarina o aceite comestible y desarrollar toda la cadena.
Las experiencias internacionales han demostrado que las políticas de apoyo a la industria son indispensables para la consolidación y el perfeccionamiento del sector dentro de cualquier economía.
Sobre todo en un país como el nuestro, que tiene que competir con otros en donde existe mayor escala y políticas de Estado fuertes para impulsar la industrialización. Sumado a que los países de destino de exportación de los productos derivados tienen medidas arancelarias y para-arancelarias para la importación de los mismos y regímenes flexibles para la importación de soja en estado natural; distorsiones que nos hacen menos competitivos en esta actividad.
La dependencia histórica del Paraguay de la explotación del sector primario necesita ser revisada y cambiada por un modelo agroindustrial, que posibilite un mayor desarrollo económico y social, con el compromiso de lograrlo de manera sustentable y sostenible.
Ciclos de exportación
Asimismo, cabe mencionar que la demanda por servicios y mano de obra es muy diferente cuando se exporta soja en estado natural y cuando se exportan productos derivados.
Mientras que existe una estacionalidad importante en la exportación en estado natural, las industrias pueden procesar durante todo el año al mismo ritmo, de contar con el stock suficiente de materias primas. Esto permite que su demanda pueda ser estable alrededor del año, con lo cual se puede mencionar como un beneficio de esta coyuntura, que el productor podría obtener precios promedios más altos, por citar un ejemplo.
Generalmente, la siembra de soja inicia entre setiembre y octubre y se cosecha en febrero del año siguiente. En ese mismo mes comienzan las exportaciones de soja en estado natural, que se detienen (o reducen considerablemente) a finales de julio y principios de agosto. Mientras que la cadena de empleos y beneficios generados por la exportación de productos derivados (harina y aceite) continúa durante todo el año.
Fuente: Agencia de Broca
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