UN SOLDADO DE LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA, TAMBIÉN EN LA GUERRA DEL CHACO.
Este soldado villariqueño ingresó a las filas del ejército paraguayo en el año 1864 a la edad de 24 años. Peleó en las batallas de Corrales, Sauce Boquerón, Tuyutí, Avay y Lomas Valentinas, todas de la Triple Alianza y desarrolladas en la zona sur del país (Ñeembucú), hasta la campaña de las Cordilleras, logrando sucesivos ascensos. Siendo Tte. Coronel, cae prisionero en Acosta Ñu, tras perder a su caballo y el conocimiento.
Fue trasladado como prisionero de guerra al Brasil en donde se lo hace comparecer ante el propio Emperador Pedro II del Brasil. Este, al tanto de la fama del soldado que tiene en frente le dice: “Comandante Oviedo; el gobierno le dará facilidades para seguir su carrera militar, le dará dos grados más, recurso suficiente para ir a Europa a perfeccionar sus conocimientos militares y visitando las instrucciones militares de las principales naciones, tendrá sueldo mensual correspondiente a su grado y pensión vitalicia, una casa comprada especialmente para usted, pero, usted servirá de tomar carta de ciudadanía brasilera”.
Oviedo, sereno y atento a las palabras del Emperador, se levantó de su asiento diciendo: “Ruego a su Majestad se sirva no repetirme esas palabras. Soy paraguayo y como soldado paraguayo, he defendido la tricolor de mi Patria, y volveré a defenderla porque el Paraguay todavía existe y el corazón en este pecho palpita aún”.
Permaneció 18 meses en la capital del Imperio y luego volvió al Paraguay.
En 1874 fue ascendido al grado de Coronel.
Retirado, paso a residir en el pueblo de Ajos, donde vivió humildemente, ocupando dignos y respetados cargos.
Pero la honrosa y tranquila vida que llevaba, se vio alterada en pleno siglo XX. Su patria estaba otra vez, como hace setenta y pocos años atrás, de nuevo en guerra, algo que él conocía muy bien. Esta vez tocaba defender el suelo chaqueño.
No podía permanecer indiferente ante esta adversidad. Sentía que aún era capaz de hacer algo por su patria. Sus 92 años no serían impedimento para que este veterano visitara el frente de batalla en el corazón del chaco.
La edad ya no le permitiría pelear, pero como soldado conoce el valor de la moral en la tropa y a eso fue.
Su nombre era legendario. Era el soldado de más alta graduación que luchó en la Gran Guerra y que seguía con vida: ¡un mito viviente!
No resulta difícil imaginar el ánimo de los “verde’o” al ver llegar a este héroe. El Cnel. Oviedo saludó a todos, deseándoles lo mejor. Transmitía fuerza sobrehumana con el rostro y las maneras de un alma sencilla. Hablaba poco, pero cada gesto y palabra tenía valor superlativo, eran tesoros de misticismo y humilde altivez.
Dicen que uno de los soldados le preguntó por el Mariscal, como queriendo que comparta alguna anécdota… Fue el único momento en que el rostro de Florentín Oviedo se trastornó… Con lágrimas en los ojos, sostuvo su Medalla de Corrales, la apretó con fuerza y mirando al cielo, dijo: “El Karai Guazú me condecoró con ésta medalla…”.
Falleció el 11 de octubre de 1935 a los 95 años de edad.
Con justicia, la ciudad que él escogió para pasar sus días recibió su nombre. El 5 de febrero de 1931, el Presidente de la República José P. Guggiari Decreta en el Art. 1º El pueblo de Ajos se denominará en lo sucesivo «Coronel Florentín Oviedo».
Todo ovetense y todo paraguayo debe sentirse orgulloso, tan proporcional como sea posible, de la historia y grandeza de este hombre.